Mezcla los rasgos de los pueblos más tradicionales y el cosmopolitismo de las zonas turísticas
Benalmádena es un pueblo marinero y de montaña a la vez, aunque pudiera parecer esto una paradoja. La situación de la localidad, eminentemente costera, ha favorecido la presencia del hombre desde tiempos inmemoriales, como atestiguan diferentes hallazgos arqueológicos en las cuevas de Zorrera, Botijos y Toro.
Vestigios iberos, fenicios y romanos dan muestra del paso de diferentes culturas en la historia de la localidad, pero es en el periodo árabe donde el enclave adquiere una mayor importancia debido, sobre todo, a su riqueza minera (Benalmádena significa en árabe hijos de las minas).
Tras la reconquista, el pueblo fue destruido y repoblado con cristianos viejos procedentes del Valle del Guadalquivir. A partir de entonces la zona se integró en el sistema defensivo costero fortaleciéndose con las torres vigías de Torre Muelle, Torre Quebrada y Torre Bermeja.
Posee tres núcleos urbanos (el pueblo, Arroyo de la Miel y Benalmádena-Costa) que agrupan, entre ellos, todas las características de los pueblos andaluces más tradicionales y el cosmopolitismo de una zona turística por excelencia. La evolución paisajística del municipio ha sido una de las más espectaculares del Mediterráneo por su belleza y buen gusto.
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